Responso al Manifiesto de Octavio

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Por Santiago



Reflejo sobre las rocas. Caída sin más en un lago cubierto por ti. Hoy he nacido de entre los ladrillos que cayeron hace mucho. Como de un huevo esencial, he probado que no hay camino en la derrota. He visto las alas de la individualidad volar hacia el horizonte, lentamente hacía el fin, que es punto de todos. Iluminando ... y la casualidad, me puso allí, sentado sobre una tortuga esperando un favor. Conciencia que es también olvido, que es romper el libro que guarda las memorias.

            Desde este animal he visto pasar a todos y cada uno de ustedes. He visto al oficial frenético correr en distintos lugares para buscar al otro, a Octavio. No se ha escapado la mujer, la he visto en muchos sitios a la vez, sus pasos han alivianada mi estancia, lleva del otro, algo que es mío también. El otro no lo sabe, yo sí. Desde aquí, he distinguido al viejo, y nos ha puesto al tanto de todo, ha sido de gran ayuda, ahora comparto muchas cosas con él. Pero de cuando en cuando, él me pregunta por su nieto, y yo desconozco.

            Nadie se ha tomado la molestia de preguntar por mí. Y es que no comprenden que Octavio no volverá jamás. Se jaló, se arrancó, se quitó y ya no puede dar marcha atrás. Un día, Octavio, eligió desconectarse, los brillos de la superficie, de allí arriba, le lastimaban las pupilas y cuando llegó a esta planicie de polvo, eligió descansar, soltar todo ese lastre que acumulaba desde mucho y que llevaba sobre las espaldas, todos los recuerdos, las condecoraciones, los cariños, los besos, que a fin y al cabo, también cuentan y pesan. Deseó por un momento ser otro y aquí me tienen, como Santi, dentro de este gran círculo, no era noticia para nadie que algún día Octavio descendería hasta aquí y yo ... sólo esperaba mi turno. 

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Obsequio

8:30 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)





Irene G. ha tenido la gentileza de cedernos un extracto de su diario: 

... Esa mañana abrí los ojos en un lugar desconocido y no vi nada que me pudiese decir algo. Lo supe. Recordé que ya te había visto antes. Caí en cuenta que no era la primera vez. Repase en mi mente, todas las veces que te imagine allí, arriba. Me causa todavía risa y placer, imaginarnos allí los dos, como fieras retozando en la sabana africana como después de la contienda. Todavía puedo recordar tantas veces, tu sangre en mis uñas  y mientras, dirigías tu mirada, esbozabas esa, tu mueca habitual, tu sonrisa infantil ...







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Manifiesto

8:20 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)

  


Por Octavio O. de L.

Oscurece y no es fácil. Todo se avecina y es inevitable. Las mismas bromas pesadas de siempre. Ella al final de la cama. Es casi recurrente. A veces la saludo. Cosa rara. Ella me saluda también y pienso que ya lo olvido todo. Siempre ese cabello. La mirada perdida que termina por encontrarme, acorralarme. Me recuesto sobre la cama. Avanzo muy despacio y la contemplo un poco, antes que desaparezca como un mal acto de magia. Ilusionismo, en todas sus acepciones. Ella también lo era. Te proyectas y qué pasa después (...)  después, decides no volver más. ‘Te arrancas’ y apareces unos meses después en un lugar abarrotado de solemnidades, lejano, lleno de vacíos e inexactitudes. Y aún así, perdido entre los papeles viejos del desván.
           
Nos miramos fijamente y tratamos de responder las mismas preguntas. Trato de seguir el ritmo acompasado de una mirada sarcástica y tierna, atestada de matices. No recuerdo si quiera como nos conocimos y aún así, parece que fue hace unos minutos ya, que nos habíamos disgustado uno con el otro. Fácil. Uno no busca los problemas. Uno no busca lastimarse. Uno no busca lastimar a los demás. Uno simplemente vive y hace lo que cree que es correcto hacer, y aún así, terminas jodido, lloroso en un suelo frío, contundente. Con los ojos rojos recoges lo que todavía te queda de humanidad y tratas de levantar la frente y ciertamente, no puedes, mientras, la sangre brota de tus dientes y tu rostro que late, clamando para desangrarse, sólo te permite mirarte en el piso. Reducido, en cuatro patas, casi como una bestia, lástima, ellos tienen más dignidad. No te deja divisar al más próximo delante de ti.  

Siempre riéndose distinta a las palabras que le alcanzaban.

He tratado de olvidarlo todo, su rostro y hasta su cuerpo, ese cuerpo. Sin embargo, cada vez que vuelvo por la noche a dormir, sé que ella me estará esperando. Etérea. Retozando sobre sus cabellos con esas, sus palabras punzantes y como en los viejos tiempos, su cabello negro esparcido sobre la cama como después del milagro amoroso. Ella, o lo que permanece en mí de ella, quedará suspendido entre estos cuatro muros que llamo mente, después de eso, no quedará otra que buscar a Irene en una noche de agosto en el mar.



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PARE!

8:10 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)




La música en cantidad necesaria, las otras sustancias envenenan y esto lo digo sin ánimos de ofender a nadie. Sólo el sonido del teclado del ordenador y las palabras que afloran de los parlantes acompañan esta pequeña fábula sin final feliz. O Quizá esto sea salir vivo; con magulladuras, huesos rotos y un inminente daño interno, pero existente aún. Vivo por un minutos, lo demás sería ocuparse en morir, que es casi lo mismo, sólo que sin daños ni perjuicios. El derecho que lo infecta todo otra vez.

Todavía puedo teclear mi dolor y reírme de eso mientras escribo. Los sonidos pierden significación, y me imagino desechando las futuras iniciativas, como burócrata, esta va, esta no. Mientras lo hago, olvido lo que quería decir en un principio y empiezo al negarlo todo. Llega el punto en que la tristeza es reemplazada por la incompetencia que tiene alguien por no encontrar una nueva forma de expresión y poder decir: ‘Si se fue, no, no se fue, porque nunca estuvo’. Simplemente su presencia no se materializó, o talvez, ella no sea el problema, talvez el problema de siempre sea ‘yo y las incomprensibles y misteriosas directrices que manipulan mis acciones’.

Eso no tiene importancia. Es un día más y me encuentro confinado por mi propia voluntad a esta condición de siempre, ella por lo menos sufre por su pareja de baile, fueron amantes eso ya lo sabía, pero no me importa. Ella tampoco importaba, o sólo importaba cuando reconocía una proyección mía en ella, era mi reflejo en ella, lo que realmente me lastimaba. Es egoísta, pero me tranquiliza saberlo. Eso no es justo, podrían decir muchos, pero por lo menos soy ‘espléndido’ al aceptarlo.

Podría pasarme toda la vida construyendo divagaciones de este tipo, pero de nada servirían. Quizá si fuese en otro lugar bien podrían encontrar el espacio exacto, pero algo me dice que todavía tengo mucha gasolina en el tanque y lo que es mejor, no veo el anuncio de PARE.

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Residuo

8:00 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)






Las palabras discurrían lentamente bajo la sombría mirada inquisidora de su ejecutante sagaz e impertinente. Si, sagaz e impertinente esos eran los últimos adjetivos con los cuales la prensa nacional lo había calificado. 

Es tan fácil escribir sobre el mundo, en la cima de este, o mejor dicho, en una de sus tantas cimas. Y más gracioso es aún, escribir sobre el globo, mientras él mismo se cae a pedazos. Es todo un proceso el de la podredumbre, yo gracias a [. . .] logre limpiarme y lamer mis heridas. Bueno la gran mayoría hechas en trance auto-‘flagelatorio’ (así es como me gusta llamar a mis crisis existenciales ... mientras me hacia daño) y supongo que estoy mejor de lo que nunca pude haber soñado.

Vivo en lejos desde hace 4 años, es probable que el próximo año me den la tan ‘ansiada’ residencia. Me fui porque todos se hartaron de mi y porque además, me quede sin amigos. Se hartaron de mis crisis existenciales, se cansaron de mis dudas metafísicas que terminaron intoxicándoles a ellos también.

Vivo y vivo sólo.

Por un asalto de suerte[1] alguien pudo leer completamente los garabatos y  borrones que curiosamente llamaba ‘manuscritos’ y no reírse o lanzarlos al suelo antes. Según ese ‘alguien’ lo escrito no estaba tan mal como pensaba. Sólo que había aspectos que se podían corregir, pero en general, mi estilo desganado y fugaz,  un buen asesoramiento o algún taller, bien podrían asegurarme un lugar en la literatura contemporánea o sino, ponerme a buen recaudo económico en Europa.

Y lo que sucedió, un buen día, fue una mezcla de los dos.

Los grandes doctores que dictaban cátedra en mi alma mater no tuvieron otra opción más que sólo arrugar las narices frente a aquel nuevo material publicado.  Era muy  trasgresor, que un egresado de Derecho se pusiera escribir, y mas grave aún era escribir sobre cosas de borrachos y escritores  incomprendidos de la contracultura .

Y aunque eso ya era un comienzo y  las cosas marchaban bien, se podría y se puede decir que era un éxito relativo.  Y en partes porque faltaba el entusiasmo clásico del escritor joven que ve sus escritos publicados y expuestos en las más reputadas librerías limeñas.

Talvez sean los residuos existenciales[2]

 


[1] ( y no la marca de los cigarrillos)

[2]  El escritor prometió —solemnemente— no volver a leer a Sartre.

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Isla

7:42 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)




Sobre la cama escribo cosas que no me parecen. No las encuentro después. Debería buscar a alguien. Un instante y ahí queda. Las escribo pacientemente, y mientras, miro al gato de la chica que vive al lado. Y me pregunto porque es que algunos nacen con alergias. Predisposición, resultado aleatorio, la rifita, como cuando compras artículos de segunda, fácil que están bien, fácil que en cinco minutos no vuelven a encender jamás. En fin, mi madre nunca me dejó tener un gato. Es gracioso como se estiran y contonean de una manera grácil, casi divina. Le voy más los perros.

            Para cuando termino esta observación ya estoy de pie y se me han quitado las ganas de volver a escribir. Nunca se lo he confesado a nadie, excepto, al cura, que sólo tengo las ganas y la fuerza necesaria para escribir siempre y cuando alguien hace algo mejor que yo y es reconocido. Sé que me voy a morir a pedacitos, como cuando a un niño se le advierte acerca de decir mentiritas. Detesto ampliamente eso. Es una mierda decir que los escritores son todos miembros de una gran cofradía. En los escritores se refuta eso que decía John Done ningún hombre es una isla bueno Señores y con la disculpa a Hemingay todos los escritores somos islas y eso nada tiene de malo. Es lastimoso creer que no es así. Los eternos observadores, eso somos,  mientras escritores, después de eso, todo es pura fruslería mundana que poco o nada tiene que ver con este oficio, labor, acción o como quiera llamarlo cualquier filosofo aristotélico —menudas contribuciones— de una larga tradición de dientes oxidados.

            Mientras uno es escritor vive, pasea, observa, fornica quiere mejorarlo todo, se escribe porque se requiere, se necesita algo mejor, una totalidad ausente de ... yo qué sé ... en el camino también se descubren esas cosas.  O se construyen nuevas realidades o se trata de destruir la anterior, ya sea indirecta o directamente, desde Homero pasando por Rabelais, Joyce, Miller, Cohen, y nuestro Bukowski. Si el borracho aquel, pudiese leer esto, quizá lo eructaría y se iría a tomar una cerveza. Ciertamente, haría yo, lo mismo una y otra vez.





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[Megaupload] Tao del Jeet Kune Do

11:48 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)

Por Bruce Lee



Sé como el agua!
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 (Sin pass)



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Visiones escasas

10:01 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)

La veo  poco.

Se desea mucho casi siempre, en la realidad, se tiene más de lo que necesita. Algo así dijo Mick Jagger.

Ciertos tiempos que acechan y amenazan con asistirte hasta la más oscura devastación de la nada. Cuando la soga que le ahorca a uno es lo único que queda, todo es oneroso y del cielo no cae una sola idea que pueda desbaratar las carencias.

Las cosas son diversas. Pero quizá exista el objeto o la persona que simbolice todo, lo resuma todo, una suerte de arcano del tarot, que atormenta y no nos permite cerrar los ojos y conciliar el sueño por las noches.

Seré específico.
Y seré directo.
Mujer. Hembra. Isis. Ying. SPM.

Cuando pienso en algo como esto, me apresuro a cerrar el pico. Pero mientras me hundo en este asiento y mis ojos no pueden alcanzar la luz; la oscuridad estimula la audición, mis manos y mi piel la perciben sobre el piano negro que pienso comprar la semana entrante. Retoza como antaño, como cuando lo hacía sobre el pasto seco de abril y mi sombra proyectaba sobre su cuerpo pequeño, después del milagro amoroso —la concreción de la vida, sacro y vulgar, como la frescura de los primeros eones, cuando nuestro padres andaban entre las hojas y creían ser todos hermanos— , y nos divertían los improperios vulgares de los hombres que pasan por allí y nos encontraban semidesnudos. Ni siquiera me asomare a dar descripciones precisas pues sería una falta total, además deseo fervientemente que siga en el anonimato, y que no vaya por allí  haber algún asesino en serie.

La conocí en marzo.
La vi después.
Nunca conversamos
Hoy la vi después de mucho.

Hizo preguntas fugaces y fútiles. Estructura escollos a su intimidad. Hermosa, como una destrucción intencionada. Con sus cabellos miel asestándole de vez en cuando una punzada al sol y al viento, un aroma a esnobismo.

Vino y se fue.

Y Me quede sin palabras.

Y repito.
Hoy la vi
Algo que se quitó el velo, minutos antes de esta confesión.

No voy a follarla.

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Corto Urbano

14:12 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)

Escrito en Marzo, 2006.







He caminado por la sucia vereda de la otrora calle principal. Es media estación y nadie camina en estas horas, por eso me gusta caminar así. Llevo las mismas All’s Stars de siempre. El vaquero azul ya gastado por la basta y la vieja camisa de franela a  cuadros que me regalo mi hermana en navidad.

No hay nadie y no consigo encontrarme con nadie conocido. Pienso en muchas cosas a la vez. Pero al mismo tiempo, no pienso en nada. Hay veces en que no pensar en nada es mucho mejor que pensar en algo o mejor aun, pensar mucho.

Pienso en ella. Pienso desesperadamenTe. La veo en mi mente y la contemplo distante. Sé que no va a venir. La veo paseando por los verdes espacios pestilentes del campus. Ella es diferente (o por lo menos eso creia - 2010). La veo con su cabello miel al viento, siempre con sus mejillas rosadas, acompañada de algún imbecil que cree conversarle interesante.  

Quisiera saber algo de ella pero ha desaparecido. Aunque cuando la tengo cerca —y tengo que reconocerlo— me resulta detestable su optimismo. Sé que no va pasar nada.

No quiero saber nada más.

Quiero creer que algún día todo este hedor tendrá un sentido. No quiero ir más a la universidad. Es una mierda. Me llegan esos cursos. No tuve el valor de largarme a España, como siempre lo desee. Amo mi ciudad, por las noches. Pero odio cada metro cuadrado de este lugar prejuicioso, esnob, y extremadamente gris.

No creo que esto se vaya a publicar.

Lo único que quiero hacer es escribir. Antes por lo menos quería: una casa en la ciudad y una en la playa, una buena mujer, un niño pequeño y un trabajo estable; vaya acertada decisión. Como van las cosas, solo quiero escribir. Pero escribir en mis huesos es una mierda. Cuando estoy frente al ordenador solo vienen ideas vanas y frías, es como sumergir un pedazo de tecknopor en un vaso de acetona. No creo que vaya a publicar algo, algún día.

Vaya! que estoy jodido.

Vaya! como jodi esto.







Lo vuelvo a escribir. Escrito en Marzo2006


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Llamo por los libros

13:59 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)





(Si, esos libros)


Una llamada bastó. El momento indicado era ahora, una voz femenina descolgó el auricular y lo inicio todo.

No recuerdo muy bien, como sucedió todo. En ese entonces pensaba que lo único que podría salvarme del tedio, de la mediocridad, del promedio era precisamente eso.

Medio para poder dominar lo in dominable, para hacer de mi existencia una marca registrada, para la trascendencia. Tampoco recuerdo cuando me empezó a fascinar todo este campo eternamente postergado para ciencia. Además, el tiempo en el cual me encontraba no era precisamente el más indicado para encontrar ediciones serias.

    Buenos días
    Buenos días
    Disculpe, llamo por el aviso que colgaron en el periódico
    ¿Aviso? ¿Qué aviso? ¿Que número ha marcado?
    80135915
    Ah, pero ... ¿que decía el aviso?
    Sobre el expendio de libros
    Aya, en  un momento . . .

No había colgado el auricular y entonces escuche que la mujer con la cual había hablado  no era la responsable del aviso. Es mas, escuche algo como Llaman por el articulo del periódico de venta de libros. En ese preciso momento, quien contestó la llamada, era la verdadera responsable del aviso.

    Buenos días
    Buenos días
    Llamo por el aviso publicado en los clasificados del periódico sobre la venta de libros
    A claro, los libros
    Si, ¿y que autores tiene?
    Tengo libros de Sri Ramatherio
    Para serle más específico, La Tabla de La Esmeralda en edición antigua o manuscritos de Crowley
    Esta bien, tengo algunos libros, pero los demás se los puedo conseguir.
    ¿Tiene una pluma cerca? Para que vaya apuntando
    Así claro, claro, le escucho
    Los libros que ya le indique antes. Le vuelvo a repetir que busco libros de Crowley,  y si su disposición así lo acepta, me sería de mucha utilidad que busque libros sobre Agrippa
    ¿Que?
    Cornelius Agrippa
    Sabe algo, yo estoy formando una lugar para la autorrealización de la gente y diversos cultos...
    Tengo que decirle que acepto ordenes de arriba; trabajo para otra persona. Mi cliente no esta interesado en cultos de ningún tipo, tan solo tiene un interés meramente académico en esto.
    ¿Y quien es su cliente? ¿Para quien trabaja Ud?
    Para un coleccionista, pero es no es de su importancia .
    Esta bien, yo voy a tratar de encontrarlos.
    Espero que esto no le resulte grosero, pero tiene que entender mi trabajo y espero la total y absoluta reserva.
    ¿Reserva porque? ¿De que?
    Olvídelo
    ¿Cuál es su nombre?
    Aleister— Craso error, este tipo de negocios el nombre es lo que menos importa— y tiene alguna dirección a la cual pueda acudir.
    No por el momento, pero llámeme a mitad de semana y podré decirle en donde podríamos contactar
    Esta bien, pero ... en cuanto está cotizando los libros
    Desde 250 000$ por ser copias originales.
    Esta bien, yo le estaré llamando a mitad de la semana.  


No acudí a la cita.

Ni mucho menos hice la llamada.

Es más, espere que llegara  ... no llegó.


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Intro

13:02 / Publicado por Octavio Ortiz de Landazuri / comentarios (0)

Estas son las últimas cosas
que desaparecen una a una
y no vuelven jamás.

Paul Auster. El país de la últimas cosas.

Sirvan las líneas anteriores para dar un ídea
lo que os espera.

Sinceramente suyo,
Octavio Ortiz de Landazuri




(*) Pueden descargar el track, si navegan con Firefox y tienen el Download Helper

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